miércoles, 5 de enero de 2011

Con la boca abierta...


Una vez aprobada la (maravillosa) ley antitabaco me estoy quedando de piedra con los incidentes que está provocando. Conozco mucha gente que no puede vivir sin esta droga (lástima que mis esfuerzos para que la dejen hayan sido en vano), pero de ahí a agredir a los que recriminan a quienes exigen que se acate la ley hay un trecho enorme (infinito, mejor dicho).

En los últimos días una enfermera, un hostelero... todos ellos han sufrido la violencia de unos pocos que, para mí, no aceptan que se les haya obligado a respetar la salud ajena. Si se ha tenido que llegar a este punto habrá sido por la falta de conciencia de más de uno, así que ahora toca apechugar con las consecuencias. Yo, por si las moscas, me apuntaré a un cursillo de defensa personal porque soy una de esas personas que no se va a callar. Mi salud y la de los míos están en juego y con eso no se juega.