miércoles, 10 de junio de 2009

Una de cal y otra de arena

Después de un día relajante en la playa (de la fauna que me encuentro en ella: chonis, macarras, ladronzuelos, hombres con complejo de croissant.... ya hablaré en otra entrada) me he dedicado ha realizar mi lectura diaria de prensa (llamadme vividor, como muchos piensan, pero mi trabajo me permite este estilo de vida tan recomendable).

Y, dejando a un lado la crisis, el caos de la política nacional (de ambos bandos), los interrogantes del accidente aéreo de Brasil, los líos de faldas de Berlusconi (para escribir un libro)... mis ojos se han fijado en dos noticias. La primera sobre la amputación de un brazo de un trabajador boliviano en Real de Gandia (Valencia), y la otra sobre un homenaje a los brigadistas británicos en la guerra civil española.

Por si no habéis leído la primera información os comento que este currante llevaba dos años trabajando de forma ilegal en una panadería industrial (uno más dentro del mundo del bandidaje laboral y la economía sumergida y sucia de este país). Este hombre tuvo un accidente y perdió su brazo en dicha fábrica. El dueño de la empresa, muy eficaz él, no dudó en dejar al accidentado a 200 metros del hospital (algo normal cuando a alguien le falta medio brazo y ha perdido mucha sangre) y, una vez de regreso a su bien querida empresa, tirar el brazo al contenedor.

Eso sí, antes, toda la máquina bien limpita para no tener que detener la producción (un señor serio que le preocupa que el mercado del pan y la bollería sufra las consecuencias del error de un inmigrante). Señor.... (puntos suspensivos para no herir sensibilidades con los cien o más insultos que brotan en este momento de mi cabeza), un servidor espera que usted se pudra en la cárcel, y lo que creo que va a ser peor para usted ..... (más puntos suspensivos, el vocabulario del insulto en lengua castellana es muy rico) que pague todo lo que no ha pagado hasta ahora y, aunque un brazo no tien precio, le dé a ese hombre (y a toda su familia) una vida digna porque se la ha ganado de sobra.

Por supuesto, ésta es la versión del accidentado. Pero lo único cierto (a lo mejor le llevaron hasta la puerta del hospital, ¡¡muchassss graciassss¡¡) y demostable es que trabajaba de forma ilegal, sin cobertura sanitaria durante dos años (y los que habrían transcurrido si no hay accidente). Un derecho que debe tener todo trabajador y que en la Comunidad Valenciana, especialmente, muchos empresarios se saltan a la torera. Ahora, el juez y la justicia (miedo me da) tendrán que actuar.

La otra noticia, ésta positiva para mi gusto (siempre habrá opiniones contrarias) es el homenaje dispensado a los brigadistas británicos en la Guerra Civil Española. Con la Ley de la Memoria Histórica, España ha concedido la nacionalidad a los 35.000 voluntarios que lucharon al lado de la República. Todos estos valientes que pelearon contra un golpe de Estado fracasado (no lo olviden) merecían un mejor trato mucho antes. Y también todos aquellos luchadores republicanos que todavía esperan su reconocimiento (tantos los que siguen con vida como los que continúan enterrados en fosas comunes). Los vencedores ya tuvieron los suyos, y los perdedores debían también tenerlo.