jueves, 9 de julio de 2009

Ni en el trono está uno tranquilo...


Desde que era un niño (lindo, como todos) siempre supe que hay una cosa que siempre iba a hacer solo. Una función fisiológica necesaria para la supervivencia del ser humano. Es tal su importancia que la forma de nombrarla en la exquisita lengua castellana es infinita: cagar, evacuar el vientre (descripción muy fina aportada por la Real Academia de la Lengua), giñar, plantar un pino, ir a reunirse con el señor Roca, ir al trono, ir a reinar, pasar al despacho, ir a ver a la mujer de Stoichkov (obviamente stoi-ka...perla del ingenio español obra de mi amigo Txema Rico)...y no sigo porque podria estar sentado frente al ordenador (y no en otro lugar) horas y horas.

Pues bien, y ustedes/vosotros os preguntaréis a qué viene todo esto. El otro día (todavía estoy perplejo) leí en mi bien querida prensa escrita (maltratada últimamente por un tsunami de despidos) que a un pobre hombre de Alicante le había salido una pitón de metro y medio del water.

De aquel montículo/trono que me ha permitido leer grandes obras literarias y otras de menos brillantes (y no soy el único), salió una serpiente (constrictora) que mata estrujando a sus presas. El pobre hombre iba a miccionar (seré fino por una vez) en plena noche y se encontró con el animal. Supongo que cumplió a rajatabla la frase "ir a mear y no echar gota". Por lo menos, es difícil si tienes los testículos de corbata.

La víctima de este ultraje (no tiene otro nombre el pecado de la criminal serpiente) ha declarado que le costará ir al baño después de lo acontecido. Normal. Cuando en los 80 vimos la peli aracnofobia (hay que hacer memoria) a todos nos entró el repelús. En una de las escenas, las bien queridas arañitas mortíferas se paseaban por el water mientras alguien estaba en el baño. La mejor compañía para ir a defecar (otro sinónimo).

Entre arañas y serpientes, ese placer que es ir al baño en soledad se ha terminado. O te pican y te quedas con los pantalones bajados y en una posición poco adecuada para reflejar tu última acción en el mundo de los vivos, o te constriñen. Cualquiera puede elegir.

Se acabó la lectura tranquila y sosegada. Ahora, como dice algún conocido mío que no es capaz de reconocer lo estimulante que es ir al baño. Cagada de vaca (rápida y limpia) y a otra cosa. Yo, me niego. Eso sí, de las grandes obras literarias pasaré a leer el National Geographic para saber cómo actuar ante estos "enemigos".