La entrada de hoy en el blog es para una de mis habituales 'rajadas' que necesito plasmar en esta humilde página web. En los últimos tiempos se han puesto de moda programas pseudo-informativos como 'Callejeros', 'Reporteros' y todas las variantes posibles (la competencia en el espectro televisivo muchas veces se reduce a una burda copia), y en ellos se puede ver una gama de personajes que ni el mejor escritor podría haber ingeniado para su obra.
Ayer, este humilde comunicador estaba cenando con unos conocidos y la televisión, esa caja tonta que engancha (como en tantos otros hogares), estaba de mera compañía. En ella programaban uno de estos espacios, y uno de los temas del día era el de los mercados ilegales. En ellos me llamó la atención la impunidad con la que muchos rateros (no digo ladrones porque rateros me parece mucho más despectivo) vendían todo lo robado.
El más particular de los casos fue el de los 'vendedores' de fruta ajena. Esos que se ponen en medio de una carretera secundaria a ofrecer al mejor postor sus obsequios requisados sin permiso. Lo más triste para mí fue ver como muchos ciudadanos de bien (que no me pongan excusa con la dichosa crisis) compraban a sabiendas (no hay que ser muy avispado) que el producto adquirido era robado.
De los 'vendedores' de lo ajeno cabe destacar su nula apariencia de rudos agricultores que han pasado sus largas horas bajo el sol cuidando la cosecha. Esos pobres productores legales que ven como en una noche parte de su costoso trabajo se ha ido en la parte de atrás de una furgoneta.
Ese robo aparece en una carretera o en una calle poco después, y es vendido con total impunidad pese a que las fuerzas de seguridad conocen su procedencia. No se puede demostrar (respeto el principio de inocencia), pero se le podría acusar (sin ser experto en leyes) en aspectos como el tratamiento de alimentos, venta ilegal, falta de salubridad... Pero no. España es diferente y aquí se maltrata a un pobre vendedor de cd's piratas venido de la profunda África (mera susbsistencia y explotación humana), y no a aquellos que se aprovechan del trabajo de otros para lucrarse.
