lunes, 29 de marzo de 2010

Porque yo no soy tonto... soy gilipollas


Una de las cosas que más me toca la moral (por no decir otra cosa) es que cuando estoy en mi papel de cliente me tomen a cachondeo. Una de las veces que más me ha dado por pensar que 'pasan' de mí (excepto a la hora de pagar) ha sido durante los últimos cuatro meses. En diciembre, un pobre ingenuo como yo buscó un regalo tecnológico en la empresa Media Mark. ¡¡¡Crasoooo errorrrrr!!! puesto que casi cuatro meses después la persona a la que iba destinada dicha consideración todavía no ha podido disfrutar de su regalo. Y todo porque la calidad de esta empresa está más que en entredicho (tanto en el ámbito de personal como material). No sé si será por aquello de los miles de euros que se gastan en publicidad, que parece que esta marca ha olvidado una cosa muy importante ( a mi humilde entender) en un negocio: el trato al cliente.

Cuando compré un objeto, un disco duro reproductor para ser más exactos, mi sorpresa mayúscula fue el comprobar que no funcionaba correctamente (debo decir que no fue tan mayúscula, ya que me había sucedido lo mismo en una compra anterior. Pero el hombre siempre tropieza en la misma piedra dos veces). Creyendo (inocentemente) que me repararían el error cometido fue al servicio de postventa (lleno de gente como yo, allí siempre hay usuarios reclamando). En ese mostrador que llegaría a conocer tan bien me dijeron que le echarían un vistazo (seguramente cuando lo saqué de la bolsa, después creo que no) y me responderían. Un mes después ( sí, un mes) me lo cambiaron por otro idéntico.

Pero el problema persistió: tampoco funcionaba (¡¡ vaya!!). Así que retomé mis pasos y volví al sitio en cuestión. Nuevo fallo, nuevo persona que me atendió. El resultado (lástima) el mismo. Un mes después me dan otro idéntico y roto.

Haciendo de tripas corazón, este servidor fue al servicio postventa (o lugar donde quieren encabronar a la gente de bien) y pidió que tuvieran más cuidado antes de darle otra vez un aparato defectuoso. Un mes después me llamaron para recoger el que debería ser el definitivo. Pero mi sorpresa iba a ser de lo mas desagradable. No pude ni comprobar que funcionaba porque faltaba un cable. ¡¡Claro!! pensé, así si no soy capaz de probarlo no puedo decir que está roto. De nuevo de regreso al servicio postventa y ésta vez pido hablar directamente con el encargado. Le explico mis tres meses y pico de aventura y el último traspié de su departamento. Lo prueba él mismo y .... SORPRESAAAAA... tampoco funciona.

Imagínense mi cara de poco amigos (la de la destinataria del regalo, ni hablamos) que rápidamente el responsable nos ofrece una tarjeta regalo por el importe del reproductor porque ( a mi entender) se ha cansado de vernos la cara de encabronados una vez al mes. Así que, ahora con tarjeta regalo en mano para que compre otra cosa medito qué comprar para no decidirme por un producto que haga que la historia se repita.

Eso sí, por el yo no soy tonto va a volver (una vez acabada la tarjeta regalo, que de regalo nada porque ahí está el dinero que yo invertí) quién yo sé.